Conclusión de la serie sobre los niños especiales con Síndrome de Down

By Published On: 18 de julio de 20110 Comments

Hola a tod@s:

Dedico la columna de hoy a las personas que recientemente estuvieron de cumpleaños: mi prima Shaleem Pratt, Eric Yang, Román Cid, Masateru Fujii, José Del Carmen Ramírez, Beba Báez, Carmen Núñez, Alondra Severino, Francis Lora, Deyaniris Rodríguez, y en el día de hoy Naohiro Noji y Yufemi Acosta, para todos ellos muchas bendiciones. Agradezco los hermosos comentarios que me inspiran a escribir de: Marilis Pérez, Yoselin Alcántara, Nelly Ramos, mi prima Eileen Reyes, Luis Abreu,  Yiselle Yangüela y en Facebook a Carmen Núñez.

Hoy concluimos un trabajo que tuvo un significado muy especial para mí, el tema sobre los niños con Síndrome de Down, que desarrollamos durante cinco (5) meses, en el cual aprendimos a conocer las características de esta condición y los programas de salud y de atención psicoeducativa que  permitirán a los padres incorporar a estos niños maravillosos a la sociedad, descubrir y desarrollar las múltiples habilidades que poseen estas personas muy especiales, un regalo y bendición de Dios para toda su familia. Me permitió compartir y conocer un grupo de familias maravillosas que se sienten orgullosas de tener un niñ@ especial.

Concluimos este interesante trabajo con una valiosa información que nos enviara un amigo y seguidor de nuestra columna Luis Abreu, sobre la relación con Dios y los niños especiales, los cuales pueden ser bautizados, realizar su primera comunión, y tener una comunicación permanente con el dador de vida.

La caridad pastoral debe ser la fuerza que mueva a todo párroco, en unión con su Obispo, a buscar una sintonía y colaboración de las familias, catequistas y educadores de los niños con Síndrome de Down o con alguna discapacidad intelectual; para que el amor por la Santísima Eucaristía sea transmitido desde la más tierna edad, y el deseo de recibir el Cuerpo de Cristo se convierta en el camino para un futuro de paz y santidad, no sólo para el pequeño sino para su familia y la comunidad también.

Es necesario recordar e insistir, sobre todo a los padres, que no se trata sólo de preparar la primera comunión como evento familiar y/o social. Se trata de iniciar y ayudar a sus hijos a incorporarse a una comunidad que vive conforme a un estilo de vida concreto el evangelio, y que celebra la Eucaristía como elemento esencial de la vida cristiana. No hay que perder de vista que la meta de la catequesis y de la Iniciación cristiana del niño con Síndrome de Down es la vida entera del cristiano.

La primera comunión no es un hecho puntual, sino la expresión sacramental de una preparación para que los niños entren plenamente en la comunidad eucarística, y que seguirá después para su formación y su crecimiento espiritual. La primera comunión no es el final de su iniciación cristiana, que comenzó con el bautismo y que sigue con su confirmación. Para  llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la

Efusión del Espíritu Santo y el acceso a la comunión eucarística.

La Primera Comunión es un evento trascendente, es el momento en que por primera vez el niño recibe el Sacramento de la Eucaristía, es decir la presencia real de Jesucristo vivo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que sólo puede recibirla si está bautizado. Recibir la Eucaristía es recibir a Jesucristo, y por esto, la preparación para recibir este sacramento es base para que el niño con Síndrome de Down pueda entender y vivir tan grande acontecimiento, con gran alegría y amor al niñito Jesús; aunque cueste un poco más de esfuerzo y de tiempo.

La semana próxima iniciaremos la continuación del tema de niños con condición especial de parálisis cerebral.

Ayer tuve la oportunidad de asistir a una charla sobre La Excelencia y les dejare con una frase con la que me identifico la excelencia no es una meta, no es una conquista, es un camino interminable, las personas que practican la excelencia no buscan solo llegar, buscan siempre seguir.

Vamos a concluir con una frase bíblica para meditar que nos envía Luis Abreu, indica que esta palabra de Dios es un aliciente para los familiares y amigos de personas especiales con Síndrome de Down u otra situación especial: "Dichosos los que sufren porque serán consolados. Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos".  San Mateo 5, versículo 4 y 7.

Feliz resto de la semana y muchas bendiciones.

 

Marisol

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